Créeme que ni duermo ni me despierto. Ocea sí, me asalta el sueño y me da la vuelta, luego me escupe en la mitad.
Hace unos días me fuí a un pueblo mugroso y amarillento en medio del desierto. Al principio, yo era una nube, y pude ver a lo lejos a un grupo de niños jugando a la pelota en la avenida cubierta de polvo beige, ligero y revoltoso... A ratos miraban al cielo aguardando -o quizás suponiendo- la llegada de la desdichada lluvia, -que desde luego abrá esperado a algún charlatán espirituado que la mande a llamar y luego se autoproclame algo: santero, matasanos, curnadero, chamán...lo que sea...-.
Pero no, no venía la lluvia. Ni me alcanzé a percatar cuando de pronto estaba de pie apoyada de espalda en la muralla de una casa vieja, hecha de palos y hormigón, mirando a la gente.
Opacándose el cielo se sellaban las nubes, las gentes curiosas asomaban las cabezas, uno que otro niño alzaba la mano hacia el firmamento, cuando !puaj!... cayó toda la mierda.
Una abuela con nariz prominente, ojos negros saltones y pañuelo de pirata, caminaba lento hacia la puerta de su casa tambaleándose como un barco a la deriva. Tenía un balde azulino en la mano rebalsándose de agua y marcando el camino recorrido. Al salir, se percata de la escena: está lloviendo mierda en el pueblo y las gentes no se quieren entrar. Los niños juegan a la guerra, -como todo el mundo-, y se rien unos de otros lanzándose caca a los ojos. Otros corren, se deslizan, se caen, se soban el muslo, se paran, recojen un poquito de caca y lanzan: !!puaj!! le llegó a un cura en la barbilla, !!puaj!! un cacazo en la espalda al profesor cascarrabias, que se voltea desconcertado y corre buscando refugio.
Después era una mosca. Sí, una mosca revoloteando alrededor de la nariz de la abuela del balde azulino. Pude ver como sus fosas nasales se encontraban con su desgracia: el hedor, la hediondez.., la pestilencia se multiplicaba propagándose: bruta, insolente, agrediendo descaradamente la oquedad de sus napias. Pude ver como el aire contaminado, raudo irrumpía por sus túneles, invadiendo de movimientos sutiles y descordinados el resto de su rostro. Reacción al impacto: se constriñe el ceño y la papada se contrae chocando con el cuello.... haciéndose uno. Ella abre el puño izquierdo dejando caer el balde. El agua se esparse colándose por las patas, mesclandose con la mierda, mierda, mierda... condenado barro hediondo, ¿el castigo de los dioses? ...qué se yo... guácala.
Hace unos días me fuí a un pueblo mugroso y amarillento en medio del desierto. Al principio, yo era una nube, y pude ver a lo lejos a un grupo de niños jugando a la pelota en la avenida cubierta de polvo beige, ligero y revoltoso... A ratos miraban al cielo aguardando -o quizás suponiendo- la llegada de la desdichada lluvia, -que desde luego abrá esperado a algún charlatán espirituado que la mande a llamar y luego se autoproclame algo: santero, matasanos, curnadero, chamán...lo que sea...-.
Pero no, no venía la lluvia. Ni me alcanzé a percatar cuando de pronto estaba de pie apoyada de espalda en la muralla de una casa vieja, hecha de palos y hormigón, mirando a la gente.
Opacándose el cielo se sellaban las nubes, las gentes curiosas asomaban las cabezas, uno que otro niño alzaba la mano hacia el firmamento, cuando !puaj!... cayó toda la mierda.
Una abuela con nariz prominente, ojos negros saltones y pañuelo de pirata, caminaba lento hacia la puerta de su casa tambaleándose como un barco a la deriva. Tenía un balde azulino en la mano rebalsándose de agua y marcando el camino recorrido. Al salir, se percata de la escena: está lloviendo mierda en el pueblo y las gentes no se quieren entrar. Los niños juegan a la guerra, -como todo el mundo-, y se rien unos de otros lanzándose caca a los ojos. Otros corren, se deslizan, se caen, se soban el muslo, se paran, recojen un poquito de caca y lanzan: !!puaj!! le llegó a un cura en la barbilla, !!puaj!! un cacazo en la espalda al profesor cascarrabias, que se voltea desconcertado y corre buscando refugio.
Después era una mosca. Sí, una mosca revoloteando alrededor de la nariz de la abuela del balde azulino. Pude ver como sus fosas nasales se encontraban con su desgracia: el hedor, la hediondez.., la pestilencia se multiplicaba propagándose: bruta, insolente, agrediendo descaradamente la oquedad de sus napias. Pude ver como el aire contaminado, raudo irrumpía por sus túneles, invadiendo de movimientos sutiles y descordinados el resto de su rostro. Reacción al impacto: se constriñe el ceño y la papada se contrae chocando con el cuello.... haciéndose uno. Ella abre el puño izquierdo dejando caer el balde. El agua se esparse colándose por las patas, mesclandose con la mierda, mierda, mierda... condenado barro hediondo, ¿el castigo de los dioses? ...qué se yo... guácala.
2 comentarios:
No se que tan castigo, yo diría que es una bendición que los dioses nos hayan permitido sacar la mierda. Más vale afuera que adentro ¿No?
Además, no hay nada como cagar despues de haber comido porotos, como que la wea sale entera y caliente JAJAJAJAJAJAJAJAJA
Y finalmente, varias, sino es que todas mis buenas amigas, nacieron de alguna manera hablando de mierdas.
La mdelaine le sacó una foto al mojón mas grande que ha hecho, y despues lo camufló asi como artísticamente y lo subió a su fotolog: http://www1.fotolog.com/caadirecta/16243305
Es rico sacar mierda de uno, lo malo es que te la tiren... PUAJ
Tienes toda la razón, querida. Más vale la mierda afuera que adentro, por eso mismo esto es un sueño, no una pesadilla.
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